Segovia: Un acueducto, un palacio y una cena de reyes (III)

Miércoles. Amanece algo más nublado. Habrá que coger chaquetas para la excursión de hoy. Pero antes bajamos a desayunar. Paloma nos espera con la mesa preparada y con el zumo recién hecho. Y una sonrisa. Así da gusto comenzar el día.

Hoy tenemos planificado visitar Segovia, La Granja y su Palacio Real de San Idelfonso y el Palacio de Riofrio. Teresa nos recomienda unos cuantos sitios para ver en los alrededores de Segovia. Antes de irnos, reservamos mesa para cenar esta noche. Probaremos el menú de 18 euros que tienen. Nos avisa que va a hacer unos pimiento rellenos con salsa de chipirón y de postre… “bueno, de postre ya veré, que tengo uno en mente… que espero que os guste”. Y pensando en el posible postre, le pedimos a nuestra GPSa que nos lleve hasta Segovia.

En menos de media hora estamos en Segovia. Nos da la bienvenida el Acueducto. Es la tercera vez que visitamos la ciudad y me sigue sorprendiendo e impresionando. Hay que ver cómo se mantiene el tío!!. Y la de historias que podrían contar esas piedras!. Más de dos mil años a sus espaldas y está como si nada!!…Aunque me han contado, que algún retoquito se ha hecho últimamente. Que en algunas de sus piedras le han tenido que inyectar silicona…pero que ni se nota!!. Las hay, que con muchos menos años, ya han pasado varias veces por el cirujano!.

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El Acueducto de Segovia

Metemos el coche en un parking y nos vamos a la oficina de turismo. Teresa nos ha recomendado hacer una visita guiada al Barrio Judío. Y, oh sorpresa, “Hoy no hacemos visitas guiadas. Mañana sí”. Pues nada. Dame un mapa bonita, que ya nos apañaremos como podamos. Salimos y tiramos por la calle del medio, la más típica y la que te lleva hasta la Catedral. Pero antes, buscamos restaurante para comer. Miramos primero donde Cándido. Por curiosidad. Siete euros los postres!!. Pero qué te lo sirven?. Con pepitas de oro?. El siguiente que miramos es en Casa Duque. Ya hemos comido dos veces y siempre nos ha gustado. Miramos la carta. No es tan caro como el Mesón de Cándido pero ahí le anda. Yo juraría que han subido los precios… También descartado. Tiramos un poquito más arriba y nos encontramos con El Bernardino. Tienen un menú del día por 16 euros que está muy bien. Pues aquí mismo reservamos. A las 14.15 tenemos mesa. Y seguimos subiendo hasta llegar a la Catedral. Tres euros la entrada, cinco más si quieres subir a la torre. Pasamos. Por dentro es enorme. Me recuerda a otras catedrales. Nos la recorremos entera. Pero donde estén las pequeñas iglesias…

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Catedral de Segovia

Salimos y nos vamos hacia el restaurante. Son ya las dos de la tarde. Pedimos un menú del día de 16 euros y un menú típico segoviano de 25 euros que incluye cochinillo. En pocos minutos se llena el comedor. Menos mal que habíamos reservado!. Comemos bien. Lástima que en ninguno de los dos menús entrara como postre la tarta de Ponche Segoviano!. Me tengo que conformar con una natilla.

Retrocedemos sobre nuestros pasos y volvemos a pasar por delante de la Catedral. El cielo está más nublado. Se agradece. Llegamos hasta el Alcázar. No se aprecia bien del todo. Está en obras. Esta vez tampoco entramos. Queremos ir hacia La Granja y aún nos falta de recorrer el Barrio Judío. O al menos intentar recorrerlo. Mira que no haber visitas guiadas los miércoles…!!!. Antes de dejar el Alcázar, nos asomamos a uno de sus laterales. Desde ahí se puede ver la iglesia de la Vera Cruz. Templaria. Tiene algo “diferente” a otras que llevamos vistas. Me viene a la cabeza La Comunera, de Toti Martinez de Lezea.

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Iglesia de la Vera Cruz. De origen templario.

Media vuelta y regresamos al coche. Lo hacemos siguiendo el mapa y las calles de la antigua judería. Antes de irnos, unos granizados a la sombra del acueducto. El cielo cada vez se va nublando más.

En un cuarto de hora llegamos a La Granja. Para entrar tenemos que cruzar una verja. Me sorprende el pueblo. Y me gusta. Buscamos un sitio para aparcar y nos vamos hacia el Palacio Real de La Granja de San Idelfonso. En sus inmediaciones unos jardines preciosos. Con unos árboles inmensos. Esto pinta bien!. Si fuera hay esto, los jardines de dentro tienen que ser la repera!. Visitamos primero el palacio. Hoy miércoles es gratis para “todos los ciudadanos de la Unión Europea y ciudadanos iberoamericanos” previa presentación de documentación que lo acredite. Pero sólo de 15.30 a 18.30. Y mañana jueves, lo mismo. Enseñamos los DNIs y pasamos el control de seguridad.

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Palacio Real de La Granja de San Idelfonso

Y empieza el recorrido por el palacio. No se pueden hacer fotos ni vídeos. Ni intentarlo!. Cada dos por tres un guarda de seguridad aparece por cualquier rincón. La dos primeras salas son las de los tapices. Muy grandes. Cuánto tiempo y trabajo debe llevar eso!. Las pasamos rápido. Llegamos a las zonas comunes y a las zonas privadas del palacio. Mientras las recorremos vamos escuchando retazos de las explicaciones que las guías están dando a sus grupos. Nosotros seguimos avanzando. Nos llaman la atención las lámparas que cuelgan del techo. Me imagino una de ellas colgada del techo de mi sala. Imposible!. Antes tendría que sacar todos los muebles. Y tengo dudas de si habría que tirar una pared para que luciera en todo su esplendor!. Nos vamos acercando a la salida. Antes pasamos por varias salas repletas de diferentes estatuas. Una de ellas nos llama la atención. La Fé Velada. Completamente hecha de mármol de Carrara. Sobre el rostro, y resto del cuerpo, tiene un velo que la cubre. De tal realismo que estoy segura que si llega a haber un poco de corriente en la sala, el velo sale volando.

Terminada la visita salimos a los jardines. El cielo se ha cubierto completamente. Las famosas fuentes ya sabemos que no funcionan. Cosas de la escasez de agua en agosto Me imagino los jardines. Suntuosos. Grandiosos. Floridos… Pero… será que las fuentes apenas tienen agua y se ven todos sus entramados de tuberías. Será porque a cada paso que doy tengo que parar para sacarme la gravilla de las sandalias. Será porque empieza a llover… o porque las expectativas eran demasiado altas. Sea por lo que fuere a mi no me han gustado. Con la lluvia como compañera salimos de los jardines y del palacio.

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Jardines y Palacio de San Idelfonso.

Un pequeñísimo recorrido por el pueblo antes de irnos. Ha dejado de llover. Parece que se está volviendo a abrir el día. Lo aprovechamos para sentarnos en la terraza de “La casita americana” y tomarnos un par de cortaditos bien cortos de café. Que esta vez la temperatura sí que invita a ello.

Regresamos a la Posada de Gallegos. La visita al Palacio de Riofrio la dejamos para otra ocasión. Los tres días que llevamos en Segovia empiezan a pasar factura. Una vez en la posada, una duchita y bajamos a cenar. Qué nos habrá preparado Teresa de postre?.

Manolo nos tiene preparada una mesa. Dentro del comedor. Mejor, porque fuera hace un frio que pela!. Elegimos los platos. De primero los pimientos rellenos de marisco con salsa de chipirón. De segundo yo elijo revuelto de boletus. Y de postre… un postre típico alemán.

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Postre del Restaurante La Posada de Gallegos

Antes de servirnos el primer plato, Teresa nos obsequia con una tosta con mouse de anchoas como aperitivo y para ir abriendo boca. Buena no. Buenísima!. Como todo sea así, esto promete. Enseguida llegan los pimientos. Suaves. Se deshacen en la boca. La salsa en su punto. No queda ni una pizca de ella. Rebaño el plato a conciencia. Aunque el protocolo (o es mi madre?) diga que es de mala educación. Manolo, atentísimo, cuida de que no nos falte de nada y que todo esté en orden. Y llega mi revuelto de boletus. Huelen desde la puerta de la cocina!. Qué buenos!!. Manolo nos cuenta que en temporada se va al monte a recogerlos y que luego los congela. Es una de las especialidades de la casa. Y por último llega el tan deseado postre. Teresa sale de la cocina y nos explica que es un postre típico alemán. Nos dice el nombre. Pero imposible quedarse con él. Se hace el hojaldre y se rellena con una pasta a base de manzanas e higos y se le añaden también piñones. El resultado está muy bueno y lo mejor es que, a pesar de lo que pueda parecer, es muy ligero. Finalizamos la cena con un par de cortaditos, cortos de café y, estupendamente preparados por Teresa. Como toda la cena. Qué mano tiene esta mujer!!.

Para terminar, Manolo nos invita a un chupito de licor. Y mientras nos lo bebemos charlamos amenamente con los dos. Hablamos de todo un poco. De cómo prima la calidad en los productos que ofrecen en su restaurante. De su vinculación con nuestra tierra. Hasta de Machado!. Teresa conoce bien su ciudad, Segovia, y sus entresijos. Y nos cuenta cómo su abuelo tenía una taberna por la que solía parar bastante el poeta. Y cómo le llamaban “el señorito pobre”. Que siempre llevaba el mismo traje lleno de “lamparones” y que tenía un carácter más bien seco… Historias que no suelen venir en los libros de texto.

Yo hubiera estado toda la noche escuchándola, pero… ellos aún tienen trabajo que terminar antes de apagar las luces. Y nosotros volver a hacer la maleta. Mañana será nuestro último desayuno en la terraza de La Posada de Gallegos.

Mariarka

Mi profesión. Profesora vocacional. Mi trabajo (cuando lo tengo). Formadora de cursos de informática. Y en los ratos libres, devoradora de libros, fotógrafa de recuerdos y vistas, organizadora de eventos familiares, incondicional de las reuniones con amigos y aficionada a descubrir nuevos rincones y lugares, cercanos y lejanos.